El drama del submarino en un país desarmado
EDITORIAL
Nos solidarizamos con los familiares de los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan en estos momentos de intensa angustia y profundo dolor.
Los acompañamos en sus lágrimas, los tenemos presentes y nos unimos también a sus oraciones.
Una tragedia que pone desnudo, desoladoramente, el vaciamiento y la destrucción sistemática que desde hace años vienen sufriendo nuestras Fuerzas Armadas y de Seguridad.
Guarniciones prácticamente desmanteladas. Aviones obsoletos. Enjundiosos y avanzados proyectos misilísticos que se dejaron de lado. Buques de guerra hundidos por desatención en sus amarraderos, como ha sido el caso del “Santísima Trinidad” que tuvo actuación en la guerra de Malvinas. Astilleros que por falta de presupuesto no construyen buques y deben retrasar la reparación y el mantenimiento de las embarcaciones a su cargo. Tanques y vehículos pesados que han quedado vetustos. Limitación en las inversiones para la compra de insumos necesarios. Restricciones presupuestarias. Insuficiencia de radares que nos coloca en un lamentable estado de indefensión, e incluso imposibilitan el combate contra al narcotráfico. Materiales bélicos cuyo deterioro por el paso de los años los torna inadecuados. La Gendarmería Nacional, “Centinela de la Patria”, es apartada de sus tareas específicas, desguarneciendo nuestras fronteras, con el agravante que son injuriadas y vilipendiadas a diario por nefastos ideólogos cagatintas. Fuerzas Policiales con chalecos antibalas vencidos, carencias para entrenarlas en debida forma, y un largo etcétera.
Esta política de devastación de nuestras Fuerzas Armadas y de Seguridad, se evidencia aún más gravemente ante los aproximadamente 1500 de sus miembros, encarcelados y perseguidos con saña por una justicia que no es tal, con prisiones preventivas que en cientos de casos llevan más de 10 años, lo que no ocurre en ningún otro país del mundo ni resulta admisible en un país republicano. Se somete a estos hombres a inicuos procesos en los que se vulneran, a diario, en forma manifiesta, principios procesales, penales, civiles, administrativos y constitucionales.
Todo esto es el resultado de un ataque premeditado, metódico, e ideológico que desde hace años azota a nuestros hombres de armas, incentivado sin duda por el gobierno kirchnerista y en gran parte mantenido por este gobierno, que no se atreve a encarar con fuerza la reconstrucción de las distintas fuerzas que deben controlar nuestras fronteras, asegurar la defensa territorial y dar seguridad a los habitantes del país.
Baste remitirse a lo ocurrido recientemente con Maldonado y los extremistas de la denominada RAM. Allí el gobierno ha mostrado por un lado un apoyo inédito a las fuerzas de seguridad, pero por otro lado no parece dispuesto a imponer la ley de la Nación a agrupaciones que parecen pretender lo que pretendieron ayer, en Tucumán, las organizaciones armadas subversivas.