XV PEREGRINACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS Y DE SEGURIDAD A LA BASÍLICA DE LUJÁN

XV PEREGRINACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS Y DE SEGURIDAD A LA BASÍLICA DE LUJÁN

En la mañana del jueves 28 de septiembre, se llevó a cabo la XV Peregrinación de las Fuerzas Armadas y de Seguridad al Santuario de Nuestra Señora de Luján, Patrona de la República Argentina y del Obispado Castrense.

La Santa Misa fue presidida por Monseñor Santiago Olivera, Obispo Castrense y concelebraron el Padre Gustavo Acuña, Vicario General; el Padre Rodrigo Domínguez, Vicario de Pastoral; los señores Capellanes Mayores de las Fuerzas Armadas y de Seguridad y sacerdotes del Clero Castrense.

Estuvieron presentes el Intendente de Luján, Oscar Luciani; el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Teniente General VGM Bari del Valle Sosa y los Jefes de los Estados Mayores Generales del Ejército, Teniente General Diego Suñer; de la Armada, Almirante Marcelo Srur y de Fuerza Aérea, Brigadier General VGM Enrique Amrein. Por las Fuerzas de Seguridad, participaron el Director Nacional de Gendarmería, Comandante General Gerardo José Otero y el Prefecto Nacional Naval, Prefecto General Eduardo René Scarzello. Además la CD del FORO GENERALES RETIRADOS.

 

HOMILÍA DE MONS. OLIVERA EN LA XV PEREGRINACIÓN CASTRENSE A LUJÁN

“Me da mucha alegría poder participar en esta Nueva Peregrinación, la Primera para mí como Obispo Castrense.

Los Obispos de América Latina han compartido sobre la religiosidad del pueblo algo que a nosotros nos viene muy bien recordar hoy en el marco de la Peregrinación Anual de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas de Seguridad: “… en las peregrinaciones, se puede reconocer al Pueblo de Dios en camino. Allí, el creyente celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de tantos hermanos, caminando juntos hacia Dios que los espera. Cristo mismo se hace peregrino, y camina resucitado entre nosotros. La decisión de partir hacia el santuario ya es una confesión de fe, el caminar es un verdadero canto de esperanza, y la llegada es un encuentro de amor. La mirada del peregrino se deposita sobre una imagen que simboliza la ternura y la cercanía de Dios. El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio. También se conmueve, derramando toda la carga de su dolor y de sus sueños. La súplica sincera, que fluye confiadamente, es la mejor expresión de un corazón que ha renunciado a la autosuficiencia, reconociendo que solo nada puede.

En los santuarios, nos dijeron los Obispos, muchos peregrinos toman decisiones que marcan sus vidas. Esas paredes contienen muchas historias de conversión, de perdón y de dones recibidos.

Es en este Espíritu que queremos celebrar esta XV Peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Lujan, Patrona de nuestro Obispado, Patrona de Nuestra Diócesis.

Venimos, cada uno de nosotros con cargas personales, situaciones que nos afligen, sentimientos de gratitud y de pedido.

Hoy sentimos con mayor necesidad renovar la oración por la Patria, y decir de nuevo al Señor como súplica confiada:

Jesucristo Señor de la historia te necesitamos, nos sentimos heridos y agobiados.

Precisamos tu alivio y fortaleza.

Y lo pedimos aquí en Luján, en la casa de la Madre. Ella con su ternura nos cobija y recibe. Hemos escuchado en el Evangelio que recibimos a María como Madre, y ella nos recibe como a sus hijos. Pero ella está al pie de la Cruz. Contempla ese misterio. Ve a su Hijo, que pasó haciendo el bien, que entrega su vida hasta el fin, hasta el extremo

El Papa Francisco a la luz de este texto evangélico nos compartió

“Contemplemos a la Madre de Jesús, contemplemos este signo de contradicción, porque Jesús es el ganador, pero en la Cruz, en la Cruz. Es una contradicción que no se entiende… Es necesario tener fe para entender, al menos para acercarse a este misterio”.

Al final estaba allí, en silencio, bajo la cruz mirando al Hijo. Quizás sentía comentarios tipo: “Mira, aquella es la madre de uno de estos tres delincuentes”. Pero Ella “daba la cara por su Hijo”.

‘Mujer’, –le dice el Hijo– ‘eh aquí tus hijos’. No dice ‘madre’, dice ‘mujer’. Mujer fuerte, de coraje: mujer. Mujer que estaba allí para decir: “Este es mi hijo y no lo reniego”.

María, la mujer fuerte, queremos y vinimos a pedirte por nuestras Fuerzas Armadas y de Seguridad. Venimos a pedirte por la gran familia castrense, por sus dolores y alegrías, por los sufrimientos de muchos, por la soledad de otros, por el dolor y las injusticias.

Y repetimos confiados: Queremos ser nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. En el Inicio de mi ministerio como Obispo Castrense, les compartía que “La verdad es punto de partida, es camino y es término de todo lo humano. El hombre no puede prescindir de ella.

“¿Qué es la Verdad? Las respuestas a esta pregunta pueden ser muchas, desde una perspectiva realista podemos decir que la verdad es la adecuación de la inteligencia a la realidad de las cosas, es decir que la persona es capaz de conocer, aunque nunca de modo acabado y perfecto. La verdad no surge como fruto de consenso social, no es opinión ni depende de las circunstancias y de categorías culturales de las distintas épocas.

San Juan Pablo II sostenía que hay un núcleo de verdades que tienen una relación directa con el orden moral a las que él llamaba “la verdad sobre el hombre”, que son inmutables y que constituyen como anclas donde fijar el sentido de la existencia y que garantizan la convivencia social: hay que hacer el bien y evitar el mal; que no hay que mentir; que hay que respetar a la vida, que no se deben cometer injusticias, negando a cada uno lo suyo, son verdades que toda persona de buena voluntad descubre en el fondo del corazón como un faro que ilumina la conciencia.

Jesús, tu Cruz habla de triunfo y no de fracaso. Tomando nuestra cruz de cada día, y con la certeza de que María acompaña y sostiene, queremos pedirte que nos ayudes a

Valorar y construir con empeño perseverante la amistad social entre todos, desterrando desencuentros, odios, rencores y enfrentamientos y promoviendo la equidad y la justicia para todos. Somos testigos que falta justicia para muchos.

Queremos pedirte que nos ayudes a favorecer y cultivar la disposición al diálogo genuino en la verdad y el respeto entre personas y sectores, como camino indispensable en la búsqueda del bien común.

Jesucristo, Señor de la historia te necesitamos.

María Madre de Luján, mira a tu pueblo aquí presente. Vos que, al pie de la Cruz, experimentaste el dolor por la muerte de tu Hijo, te pedimos que abraces con ternura a cuantos esperan el consuelo de la verdad la justicia y la paz.”

 

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