El Encuentro Nacional De Mujeres Es “Hembrismo”
«MATÁ A TU PAPÁ»

“Matá a tu papá y a tu novio y a tu hermano”. Se trata de una de las tantas consignas pintadas en las paredes de edificios públicos y privados chaqueños por las militantes feministas que participaron del 32º Encuentro Nacional de Mujeres. La frase complementa muy bien a otras ya conocidas, como “muerte al macho”, “abortá al hombre”, “María abortó a Jesús”, “Somos malas, podemos ser peores”, “Abortá la heterosexualidad”, “Hetero muerto abono para mi huerto”, “Hacete torta la vida es corta”, etcétera. Y expresa muy bien, por otro lado, el cierre de la convocatoria: brutales agresiones contra hombres que de manera pacífica pusieron sus cuerpos frente a la Catedral que pretendía ser incendiada.
La violencia del Encuentro Nacional de Mujeres ya no sorprende a nadie: se ha vuelto un clásico en nuestro país. Lo que sí sorprende es la poca capacidad crítica respecto de lo que año a año se reitera de manera sistemática: ¿la violencia es consustancial al movimiento en cuestión, o apenas una manifestación accidental? Muchos dirán, en efecto, que estos “excesos” no representan el espíritu del encuentro, pero lo cierto es que cada año el exceso se vuelve más excesivo, y la autocrítica brilla por su ausencia.
A muchos les cuesta aceptar esta nueva cara del feminismo: su cara actual y, además, hegemónica. Muchos quisieran seguir creyendo que el feminismo es un “movimiento por la igualdad” y no por la supremacía, por “la paz” y no por la violencia. La sola idea de criticar un encuentro de mujeres los aterra. ¿Se imaginan la reacción social, política y mediática si, contrariamente, se tratara de un Encuentro Nacional de Hombres que impulsara consignas como “matá a tu mamá y a tu novia y a tu hermana”, “muerte a la hembra”, “abortá a la mujer”, y culminara con palizas a mujeres alegremente filmadas y subidas a las redes sociales?
Hay que asumir de una vez que la “igualdad” y la “no violencia” son meras pantallas del feminismo de nuestros tiempos: la primera ola del feminismo, ésa que en su momento representaron mujeres como Mary Wollstonecraft (su “no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas” sugiere un interesante contraste), y que hoy todavía representan algunas aisladas filósofas como Christina Hoff Sommers, parece ser ya cosa anticuada y políticamente inorgánica. El actual feminismo se trata de algo bien distinto, y el Encuentro Nacional de Mujeres confirma cada año que aquél se ha edificado como una ideología radical articulada no tanto por el amor a la mujer, sino más bien por el odio hacia el hombre.
