Aborto, homicidio pre-natal

Aborto, homicidio pre-natal

 

Texto de la exposición pronunciada el 15/05/2018 en la Comisión de Diputados

por el Presidente de la Asociación Civil Abogados por la Justicia y la Concordia,

Dr. Alberto Solanet

 

Si bien la declaración de la Academia Nacional de Medicina me exime de mayores consideraciones acerca del inicio de la vida humana, debido a todas las especulaciones que se sostienen sobre el particular, resulta imprescindible  reiterar y machacar sobre lo que definen los miembros de esa entidad rectora en forma contundente y sin eufemismos, que en el mismo instante en que se produce la unión de los gametos masculino y femenino, se inicia una nueva vida humana, única e irrepetible en toda la historia de la humanidad. Si no  fuera vida humana desde el principio, nunca lo sería jamás, pues no hay ningún salto cualitativo desde el embrión, pasando por el nacimiento, la adolescencia, la vejez hasta llegar a la muerte. Así afirma el eminente genetista Prof. Jerome Lejeune “Aceptar que después de la concepción un nuevo ser humano ha comenzado a existir no es ya cuestión de gusto o de opinión, sino una evidencia experimental”. Los ideólogos del aborto son concientes de que esta afirmación es incuestionable, no obstante anteponen la ideología a la verdad. Desde esta misma tribuna un filósofo de FLACSO, se animó a decir “saquemos a la verdad de la cuestión publica” y continuando con ese razonamiento afirmó que el aborto es una cuestión política “ hagamos política no metafísica”, repitió varias veces.

 

Se habla de interrumpir el embarazo, eufemismo que se utiliza para disimular la cruel acción de matar a un inocente, que es  inmoral, ilegítima, ilegal e inconstitucional, un crimen. Se insiste en que se trata de un tema de política sanitaria, de competencia del Ministerio de Salud, como si se tratara de combatir el sarampión o como si la eliminación del chiquito fuera lo mismo que la extracción de un tumor

 

El aborto en la argentina desde siempre se consideró un delito calificado, no obstante las excusas absolutorias introducidas en el Código Penal en la reforma de 1921, que al ser tales no descalifican el delito. Me refiero al aborto eugenésico,  que exime de la pena cuando el embarazo proviene de una violación de una mujer idiota o demente. Sobre su impronta eugenésica cabe recordar que en la exposición de motivos, el miembro informante, en los fundamentos, sostuvo “que puede esperarse del hijo de una idiota o demente” Esta horrible discriminación no chocaba demasiado con las doctrinas en boga en ese entonces. La otra excusa es el llamado aborto terapéutico cuando existiese grave riesgo para la salud de la madre y “no se pudiere evitar el aborto por otros medios”. Con el correr de los años esta última devino abstracta, pues con los adelantos de la ciencia prácticamente no se produce en los hechos semejante emergencia. Hoy en el proyecto presentado al congreso se reedita el aborto eugenésico, en cuanto contempla el aborto en caso de advertirse malformaciones en el feto. Parece que hasta aquí no llegan los derechos humanos ni el INADI. Según algunas estadísticas, en Dinamarca, Islandia y Francia han disminuido los índices de nacimientos con el Síndrome de Down, no por el desarrollo alcanzado en la salud pública sino porque no los han dejado nacer, los han matado antes.

 

Ambas excepciones quedaron sin efecto a partir de la reforma constitucional de 1994, cuando se incorporaron con rango constitucional los tratados internacionales (1) que reconocen con absoluta claridad, que la vida humana se inicia en la concepción y que el derecho a la vida es inviolable. No obstante, aunque derogadas, la ideología abortista fue disfrazando lo que eran meras excusas absolutorias en la figura de  “abortos no punibles” y avanzando más, se dejó de lado la condición de mujer idiota o demente, y se admitió la simple denuncia de  violación, sin acreditación alguna. Conclusión, aborto libre.

 

Luego de varios abortos muy publicitados, inclusive uno de más de cinco meses de gestación, y a pesar de que era viable el nacimiento, se ordenó su ejecución aduciendo que “el pronunciamiento de la Cámara así lo disponía”. En este caso contra el fallo de la Cámara se interpuso el recurso extraordinario, al que no le otorgaron efectos suspensivos. Luego del asesinato del chiquito, por lo que la causa se había tornado abstracta, no obstante, la Corte produjo el fallo FAL, que constituyó uno de los mas gigantescos prevaricatos de la historia, no solo por cuanto se pronunció sobre una causa abstracta, sino también porque se atribuyó funciones propias del poder legislativo, ya que modificó el código penal, y atribuyó facultades del poder ejecutivo al ordenar a todas las provincias a acatarlo y de este modo instruir a todos los hospitales a suscribir sendos protocolos para la práctica de abortos, sin mas condición que la simple denuncia de una violación, sin necesidad de prueba alguna.

 

Por ello se puede afirmar que el aborto libre se introdujo en la argentina por la vía judicial y administrativa, y esta es la situación existente. Ahora bien, la ideología abortista no se detuvo. El gobierno, actualmente impulsa la modificación del código penal, en el que sustituye el artículo 86, en su actual redacción, para incorporar el aborto  libre, de acuerdo a lo dispuesto en el Fallo FAL, o sea lo que hoy es una creación jurisprudencial, se convertiría en ley. Advertimos entonces, que en caso de que se rechace la iniciativa que hoy nos ocupa, a través de la reforma propiciada por el gobierno se legitimaría de todas maneras el aborto libre. Debemos permanecer alertas ante esa circunstancia.

 

Antes de que sea discutido el anteproyecto citado, el propio gobierno lanzó el proyecto de la legalización del aborto para que sea debatido en el Congreso de la Nación, como si se pudieran someter a debate principios inmutables, anteriores a la existencia del Estado y de cualquier parlamento del mundo, como es el derecho a la vida. No es discutible el derecho a la vida, como tampoco lo sería debatir la derogación de la ley de gravedad.

 

La negación del orden natural ha hecho que la sociedad se entienda como mero fruto del contrato y la ley como simple expresión de la voluntad del legislador. La negación del hombre como criatura ha hecho perder el carácter sagrado de la vida, en consecuencia se da piedra libre al aborto, la eutanasia y la manipulación genética. Estos desvíos obedecen a la expulsión de Dios de la sociedad moderna.

 

Fue penoso ver en la manifestación del 8 de marzo pasado, a chicas casi adolescentes gritar “que nos dejen abortar”, cuando lo lógico sería que en esa edad vayan forjando la ilusión de un futuro casamiento, tener hijos, formar una familia, todo lo que debiera ser tutelado por el estado, siendo esa la vocación natural de toda mujer. Pero la ideología de  las organizaciones aborteras militantes las tienen cooptadas y hay que verlas, con las caras pintadas vociferando frente a la Catedral “saquen los rosarios de nuestros ovarios” insultando con gritos soeces a la Iglesia Católica, que en definitiva es el blanco de los ataques de estas bandas que actúan como verdaderas jaurías. En fin, un triste espectáculo.

 

Los ideólogos del abortismo no descansan, ahora quieren legitimar el crimen del aborto. Sabemos que detrás de esto hay una poderosa organización, no solo local sino mundial, con ingentes recursos económicos, provenientes desde organismos internacionales como las Naciones Unidas, el Banco Mundial, y siniestras ONG como la poderosa Planned Parenthood o Amnesty International. El señor Henry Kissinger fue el gran impulsor del aborto en el mundo. En el memorando 200/74, sobre las consecuencias del crecimiento poblacional para la seguridad de los EE.UU.y sus intereses de ultramar, afirmaba que “ningún plan de control de la natalidad funciona si no está despenalizado el aborto” En pocas palabras, para eliminar la pobreza nada mas fácil que matar a los pobres. Tal como afirmó el filósofo de FLACSO “política no metafísica”.

 

Si se legaliza el aborto en la Argentina, el gobierno por haberlo impulsado, los legisladores que lo voten, mas los medios que lo promueven, serán cómplices de la consolidación de una verdadera organización criminal, destinada a la eliminación de niños argentinos. Esta organización estaría conformada por las clínicas aborteras que se instalaran con los medios mas sofisticados, como también la maquinaria sanitaria del Estado, que serán utilizadas para consumar la matanza del colectivo vulnerable que conforman los niños por nacer. Todos los responsables quedarían así expuestos al reproche por la comisión de un típico delito de lesa humanidad, imprescriptible desde que se encuentra vigente la aplicación del Estatuto de Roma.

 

Señores legisladores, el Estado no puede permitir el aborto sin atentar gravemente contra su propia razón  de ser. La Argentina de siempre, la Argentina profunda, debe resistir este monstruoso desafío a la voluntad de Dios creador.

 

Alberto Solanet- Presidente de la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia

 

1) La ley 23.849, al aprobar la Convención sobre los Derechos del Niño,  declaró en su artículo 2° que de acuerdo con ese instrumento internacional “debe interpretarse que se entiende por niño todo ser humano desde el momento de su concepción y hasta los 18 años de edad”.

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