VENGATIVOS Y FEROCES: ETCHECOLATZ VUELVE A CÁRCEL COMÚN.

VENGATIVOS Y FEROCES: ETCHECOLATZ VUELVE A CÁRCEL COMÚN.

Editorial Justicia y Concordia

 

 

La Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal, a través de los votos de los vocales Borinsky y Hornos (con la disidencia del Dr. Gemignani) acaba de revocar la prisión domiciliaria otorgada al Sr. Etchecolaz disponiendo su inmediato encarcelamiento. Admitió, de esta manera, los vengativos y feroces reclamos de la querella y del fiscal que representa al Estado. Es decir, al Ministerio de Justicia. Es decir, al Sr. Garavano, titular del ministerio, y en definitiva al Sr. Mauricio Macri, presidente de la Nación.

Dr. Gustavo Hornos y Dr. Mariano Borinsky

Todos ellos son responsables, por ende, de uno de los pronunciamientos judiciales más arbitrarios, más inhumanos y más hipócritas de nuestros anales. Y no porque no haya otros muchos de semejante factura en este asunto de la persecución a los militares y policías antisubversivos, sino porque éste supera la medida de todos. Por la naturaleza del caso, y por sus insólitos fundamentos.

El fallo admite que Etchecolaz, de 88 años de edad (léase bien: 88 años de edad), “…se encuentra en silla de ruedas con `…sonda vesical permanente…´, presentando las `…siguientes afecciones clínicas…´ de evolución crónica e irreversible: a) deterioro cognitivo a dominio mnésico, b) extrapiramidalismo con temblor en miembros superiores a dominio derecho, c) hipertensión arterial, d) trastorno neurológico que altera la estabilidad y la marcha y e) trastornos prostáticos que comprometen la micción […] presenta como antecedentes `…acv hemorrágico con compromiso derecho…´, `…depresión…´, `…deterioro cognitivo…´, `…labilidad emocional…´, `…regular a mal estado general…´con `…signos de deshidratación…´e `… hipoacusia izquierda con caída de graves y agudos…´…” (cfr. fs. 861 vta./862). También se dio cuenta de la historia clínica del imputado remitida por el Hospital Interzonal “Alberto A. Eurnekian” y por el Hospital Penitenciario Central del C.P.F. I de Ezeiza de la que surgía el ingreso del encausado al nosocomio a causa de una sospecha de ACV”.

Casi 90 años, en silla de ruedas, enfermedades gravísimas y agudos dolores que los visitantes a la cárcel hemos presenciado muchas veces antes de que se le otorgara la prisión domiciliaria que ahora se revoca. ¿Qué más hacía falta para aplicar la ley que expresamente dispone la prisión domiciliaria para mayores de 70 o con enfermedades relevante, tal como hizo la instancia anterior? Nada. Se trata de un caso indubitable.

Los dos jueces que deciden encarcelar nuevamente a un hombre enfermo, sin movilidad propia, y de 90 años, incapaz por ende de fuga o de cualquier otra cosa, emplean argumentos de tal manera maliciosos que cualquier lector imparcial advierte de inmediato en ellos una voluntad clara y decidida de acelerar la muerte del prisionero. Máxime cuando cínicamente sostienen que la cárcel de Ezeiza es realmente un hospital que puede cuidar a este tipo de ancianos enfermos.

Los maliciosos argumentos que emplean son estos: que sobre la prisión domiciliaria la ley dice “podrá” y no “deberá”; que no se ha demostrado que en Ezeiza no se le preste suficiente atención (saben muy bien, sin embargo, porque está dicho en el fallo, que los médicos anunciaron el agravamiento de sus dolencias si se mantiene la prisión carcelaria, y saben que Ezeiza no es un hospital ni nada que se le asemeje: que carece de todos los elementos mínimos para atender a enfermos y mucho menos a un hombre en estas condiciones); que no se ha tratado bien la hipótesis de fuga y que podría tener armas en el domicilio (sin palabras, salvo el calificativo de “cínicos” que merecen estos violadores sistemáticos de la justicia).

Lo peor del caso que comentamos, sin duda, ha sido la actitud del Ministerio de Justicia, del gobierno en suma, a través de la actuación del fiscal, quien cual perro rabioso se ha lanzado sobre un pobre anciano indefenso buscando su muerte en el encierro.

En definitiva, de todos estos funcionarios involucrados, sin moral y sin piedad, que operan hipócritamente bajo el cínico y burlón nombre de “Cambiemos”.

Comparte este publicación