CONSOLIDAR LA PAZ INTERIOR

 

Editorial 

 

CONSOLIDAR LA PAZ INTERIOR

 

Recientemente, la ex presidente en una ronda de prensa, afirmó acerca del Poder Judicial, que se trata de una “fuerza de tareas” del Poder ejecutivo. Nada mas cierto, y  es lo que  ocurrió en los 12 oscuros años que vivimos bajo la tiranía del matrimonio Kirchner, desde la Corte Suprema para abajo. Ellos, por una necesidad práctica de acumular poder, ya que asumieron con apenas el 22% de los votos, gestaron lo que se llamó “política de derechos humanos” Bajo este emblema se produjo la mas grave demolición del derecho que registra nuestra historia en tiempos de lo que se llama democracia, pero que en muchos aspectos podemos considerar que se trata de la continuación de la guerra de los setenta, por otros medios.

A partir de allí  se inició una implacable persecución contra quienes se consideró culpables de delitos de “lesa humanidad” hayan o no participado en la lucha contra el terrorismo subversivo, al solo arbitrio de fiscales y jueces corruptos, organismos gubernamentales, el CELS, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y cuanto grupúsculo de izquierda camina por el país, además de los consabidos organismos internacionales de Derechos Humanos. Se arremetió contra los principios de cosa juzgada, irretroactividad de la ley penal, ne bis in ídem, nulla poena sine lege, juez natural, igualdad ante la ley y aplicación de la ley penal más benigna, por citar algunas de las groseras ilegalidades cometidas.

 Como consecuencia de este accionar perverso y mediante juicios circenses y amañados, con participación de testigos mentirosos subvencionados y preparados juntamente con los querellantes dependientes de la Secretaría de Derechos Humanos, hoy hay mas de 2000 presos políticos y 421 muertos en cautiverio, de los cuales 82 corresponden al período del actual gobierno.

Son los únicos a quienes se mantiene en larguísima prisión provisional, sin condena, luego de dos, tres, diez y más años. Son los únicos a los cuales se les niega la aplicación de la ley penal más benigna para el cómputo de sus penas. Son los únicos a los cuales se les niega el instituto de la prescripción. Son los únicos a quienes no se les concede la excarcelación, la libertad condicional o las salidas transitorias de las que gozan legalmente todos los presos, no importa el crimen por el que hayan sido acusados o condenados. En suma son considerados parias o esclavos no acreedores de ninguno de los derechos ni garantías que prevé la Constitución para cualquier habitante de la república argentina.

Mientras esto padecen quienes, mal o bien, defendieron a la Nación contra  la agresión apátrida, los terroristas que a sangre y fuego intentaron imponer  el estado marxista,  hoy son considerados idealistas, ocuparon cargos expectables, además de haber recibido suculentas sumas de dinero, que supera varios miles de millones de dólares, en el marco del “curro de los derechos humanos”.  No puede seguir llamándose “Justicia”, a esta asimetría insoportable que viene aplicando el Poder Judicial Federal Penal de la Argentina, duramente disciplinado durante la administración Kirchner, para seguir una política de Estado de persecución y exterminio a un grupo elegido de personas.

 No se puede declamar la necesaria división de poderes, cuando no se la respeta, como ocurrió con la vergonzosa sanción de la ley llamada “interpretativa” para contradecir el fallo de la Corte que ordenó la aplicación del principio de la ley más benigna, torpeza que fue acompañada por la dirigencia política casi sin excepciones. En contra de este engendro se expidieron con toda claridad las Academias Nacionales de Derecho y la de Ciencias Morales y Políticas, como también lo hizo nuestra Asociación.

 Ha llegado la hora de poner las cosas en su lugar, poner punto final a esta ignominia, que denigra a nuestra generación. Al gobierno del Presidente Macri le corresponde la indelegable responsabilidad de restablecer la justicia verdadera. Sin su plena vigencia es imposible e inviable la República, Cualquier “cambio” que se produzca en lo económico y político, sin justicia verdadera, será como fuego de artificio. En pocos días más habrá elecciones, que casi con seguridad le darán un nuevo espaldarazo al gobierno. Este es el límite para acabar con  falsos temores fundados en especulaciones electoralistas y gobernar decididamente para el bien común y consolidar la paz interior en nuestra patria.

 

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