Correo de lectores
Desaparecidos
Señor director:
Hace unos años, en una reunión en la institución donde prestaba servicios, se me ocurrió comentar que, de los alrededor de 8.000 nombres grabados en el Muro de la Memoria levantado en la costanera, había descontado los que aún estaban vivos o habían caído en acciones de combate, más los que habían sido ejecutados por las propias organizaciones del ERP y Montoneros, y que la ecuación daba que los desaparecidos eran 6.500 y no 30.000. Inmediatamente fui interrumpido por el jefe quien me preguntó: “¿Qué diferencia hay entre 30.000 y 6.500?”, a lo que en ese momento respondí, simplemente la verdad.
En estos días han circulado por diferentes medios de comunicación las declaraciones que no son nuevas del señor Luis Labraña, ex integrante de Montoneros, en las que admite que él “había inventado el número 30.000 desaparecidos para lograr el apoyo político y económico de las organizaciones de derechos humanos del Reino de los Países Bajos”.
Hoy, después de esta confesión, mi respuesta es más amplia que la que di entonces.
¿Cuál es la diferencia entre 30.000 y 6.500?
1° Desde el punto moral sigue siendo la verdad.
2° Desde el punto de vista ético, en función de los beneficios económicos para los subsidios, es una estafa.
3° Desde el punto de vista jurídico, facilitó la instalación en la sociedad de la existencia de un genocidio, aspecto que no se hubiera podido declarar con los números reales comparados con las víctimas civiles, militares y de las Fuerzas de Seguridad, donde claramente habría quedado claro que lo que aquí había acontecido era una guerra interna.
4° Como consecuencia del punto anterior se pudo entonces iniciar la persecución exclusiva de los autores del genocidio, dejando en el olvido a los integrantes de las Organizaciones del ERP y Montoneros
5° Así las cosas, la Justicia decidió aplicar el Tratado de Roma del año 93 (que claramente establecía la no retroactividad de lo allí declarado) y comenzaron los juicios de Lesa Humanidad. Que terminaron convirtiéndose en un gran negocio en nuestro país.
La verdad histórica es para una Nación como los cimientos de una casa. De su calidad y fortaleza dependerá el futuro de su estructura. La legislatura de la Provincia de Buenos Aires hace unos años promulgó una ley que “obliga a todo funcionario a anteponer el número 30.000 delante de la palabra desaparecidos en todo documento oficial”. ¿Tendrán los futuros legisladores la calidad y fortaleza moral para derogar dicha ley? Porque, al fin y al cabo, “a confesión de partes, relevo de pruebas”.
Mario Rubén Abadal
DNI 10133435
Carta publicada por el diario LA PRENSA EL 30/09/2021