Copia de la carta manuscrita que el Dr. Jaime L. Smart, preso político, envió a la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia con motivo del Foro de Buenos Aires por la Justicia, la Concordia y la Libertad

Marcos Paz, 18 de agosto de 2014.

 

A los señores miembros de la

Asociación Civil de Abogados por la Justicia y la Concordia

 

Estimados amigos

Con verdadera satisfacción he recibido la noticia de la convocatoria que han  organizado bajo el lema “Foro de Buenos Aires por la Justicia, la Concordia y la Libertad” con la participación de importantes personalidades locales y del exterior.

La trayectoria de todas ellas y los temas que abordarán permiten descontar el éxito del Foro para el bien de nuestra Patria y otros pueblos hispano parlante.

Doy por supuesto que las experiencias abarcarán dos temas que estimo cruciales para todos los países del continente y en especial para el nuestro.

Me refiero en primer lugar a la grosera tergiversación que de lo sucedido en la trágica década del 70’ se ha venido haciendo a vista y paciencia de una gran cantidad de testigos presenciales de la misma. El maniqueísmo imperante se ha extendido por el todo el cuerpo social de la República, no quedando a salvo ni las instituciones judiciales encargadas de la delicada misión de administrar justicia. La manipulación de la memoria ha envenenado a las nuevas generaciones y se corre el peligro que nuevos odios vayan anidando en nuestros jóvenes.

Y esto que ha sucedido con este “relato”, tan falaz como cínico, que logró hacer desaparecer las organizaciones terroristas guerrilleras, ocupando su lugar jóvenes contestatarios cuya preocupación no es el bien de los demás,  nos  debe llevar a interrogarnos qué nos pasa como sociedad donde todos,  en especial nuestros políticos, han hecho oídos sordos a las advertencias,  en primer término de nosotros mismos como testigos presenciales, del cambio que se pretende hacer de nuestra historia reciente. Al filósofo búlgaro Tzvetan Todorov le bastaron 24 horas desde su llegada al país, para advertir el  engaño a que era sometido: invitado por las organizaciones de derechos humanos a  visitar el Museo de la Memoria, erigido a orillas del Río de la Plata, lo primero que dijo es que advertía la ausencia de toda explicación sobre el porqué ello había sucedido. Nos corresponde, entonces, como obligación ante quienes nos precedieron y quienes nos sucederán, esclarecer la verdadera historia de los 70’.

En segundo lugar, y teniendo a la vista las sentencias que se van dictando -sin casi excepción condenatorias de la totalidad de los acusados por el Ministerio Público Fiscal, que a su vez responde, por temor o conveniencia, a las organizaciones querellantes-, corresponde denunciarlas, como nos enseñara el gran procesalista Giuseppe Bettiol, más que como herejías, como verdaderas blasfemias jurídicas.

El doble estándar penal y procesal utilizado, con la mentirosa justificación de una inexistente obligación que debemos acatar para no ser sancionados internacionalmente, junto con el flagrante apartamiento de la regla de oro de todo el orden procesal penal de que sólo procede la condena cuando la culpabilidad, tanto objetiva cuanto subjetivamente, se encuentran acreditada más  allá de toda duda razonable, seguramente nos acarreará una sanción internacional por “banalizar los delitos de lesa humanidad”.

Algunas de las sentencias, afortunadamente pendientes de la última revisión judicial, hubieran hecho las delicias de aquel fiscal soviético ante los tribunales de Núremberg, Andrey Yanuarevich Vyshinsky, que tachó de “prejuicio burgués” la decisión de sus aliados de analizar separadamente la culpabilidad de los jerarcas nazis acusados.

Por todo esto, hago votos para que el Foro de Buenos Aires signifique  un llamado de atención a nuestra sociedad y a nuestros jueces.

Un fuerzo abrazo para todos

 

Jaime L. Smart

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